Enojado y asombrado al mendigo no le quedo mas camino que buscar entre sus objetos personales, y supo que tenia una manzana, un pan y unos cuantos granos de arroz; el mendigo pensó que la manzana y el pan eran mucho para darle, así que en medio de su ira tomo 5 granos de arroz y se los dio al rey. Ya contento el rey le dijo: “ves como si tenias algo!” y le dio 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz. Al ver esto, el mendigo dijo: “su excelencia… creo que acá tengo otras cosas”, pero el rey no hizo caso y le dijo: “solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar”.
El desprendernos de nuestras cosas, a veces resulta algo difícil. No seamos soberbios ni interesados, si hay que hacer algo, hagámoslo de corazón, no por obligación, tal vez si lo hacemos de esta manera habrán muchas más y mejores recompensas. Tal como el mendigo que a pesar de su pobreza no se quería desprender de sus cosas materiales, pero al ver que iba a recibir oro por cada una de ellas, su corazón se volvió codicioso y comenzó a desear más. No seamos como el mendigo, a la final lo material va a desaparecer y solo quedará nuestra conciencia, nuestra alma y nuestro espíritu, y lo que seamos como personas (nuestra esencia) es mucho más importante que lo terrenal.
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